9 consejos para que tus Tarjetas de Visita no acaben en la primera papelera

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Uno de los aspectos esenciales que todo empresario debe considerar es disponer de unas tarjetas de visita de calidad. Ese momento en el que nuestra tarjeta de visita pasa de nuestra mano a la del posible cliente es tan importante como la primera impresión que ofrecemos; estamos estableciendo lazos con el cliente y le estamos dando algo para que recuerde quiénes somos y cómo contactarnos. En éste instante fundamental no queremos dar una mala impresión por culpa de una tarjeta de visita deficiente, ¿cierto? Así como cuidamos otros aspectos de nuestro negocio, el proceso de ventas, la decoración de nuestro local, la atención al cliente… ¿por qué no cuidar también éste primer acercamiento en formato  tarjeta? Una buena tarjeta de visita nos indica que el empresario ha puesto atención en los detalles, y podemos deducir que si pone atención en las pequeñas cosas, también la pondrá en los asuntos más altos de su empresa, ¡es de lógica!

Planteada la cuestión, ahora te preguntamos: ¿Qué imagen estás dando a tus clientes? No hace falta que seas dueño de un negocio con un millar de empleados; hasta la pequeña tienda de barrio puede tener sus tarjetas de visita. Ni que decir tiene que para un autónomo deben ser una extensión de su cuerpo: siempre tarjeta en mano cuando contactamos con un cliente potencial. Volviendo a la interrogativa, ¿qué imagen estás dando a tus clientes? ¿Cuidas estos detalles? A continuación te ofrecemos una serie de consejos para tus tarjetas de visita, basados en la experiencia y que a buen seguro te resultarán útiles.

  1. La artesanía casera mola, pero no con ésto.

No te lances a la aventura de imprimir las tarjetas tú mismo, a menos que tengas en casa un equipo de impresión de calidad profesional. Y por equipo de impresión de calidad profesional no nos referimos a la impresora fotográfica de tinta que te ha dejado tu cuñado, no. Por mucha calidad que puedas sacar en una impresora de este tipo, a veces no obtendrás los colores como deseas y tampoco podrás hacer tiradas de tarjetas muy grandes, con lo que el coste de editar tus propias tarjetas se te desorbitará. A nosotros nos han entregado tarjetas de visita en estado lamentable, excusándose en “Es que se me acababa la tinta de la impresora y no se ve del todo bien”. Sinceramente, es una imagen muy pobre que no hace ningún favor a ese primer contacto serio.

  1. Tu papel más importante.

Si a pesar de nuestro consejo, decides imprimir tus propias tarjetas (¡adelante, la vida es la mejor maestra!), elige bien el material. Normalmente, cuando realizamos esas arriesgadas tarjetas caseras, compramos cartulina en la papelería del barrio y tiramos “p’alante”. El resultado es una tarjeta que al tacto se nota muy frágil, demasiado flexible. Probablemente, acabará doblada, arrugada, rota por una esquina o utilizada como calzador de alguna silla. De las tarjetas hechas de papel corriente (que haberlas, haylas) ya ni hablamos. El horror, el horror…

  1. Que no te den un corte.

Si has podido imprimir tus tarjetas con un buen equipo de impresión, cuidado con el corte que realizas en ellas. Hemos visto tarjetas que parecían cortadas por un chimpancé con una docena de cafés en el cuerpo, con los bordes torcidos e incluso parte de la información cortada. Cuando vemos una tarjeta así, se nos derrumba el interés que pudiéremos tener por ese proveedor, ¿cómo se le ocurre entregar “eso”? Si has decidido cortar las tarjetas tú, presta mucha atención y hazlo con una guillotina o herramienta similar; el resultado será muchísimo mejor que andar recortando con tijeras como si fueses a hacer el trabajo del cole de tu niño/a de 5 años.

  1.   Si algo es gratis, el producto eres tú. 

Tarjetas de visita gratuitas; genial, hay webs de diseño y edición que te ofrecen esta modalidad, siendo el único coste los gastos de envío. Es una buena opción para tener unas tarjetas bien impresas, bien recortadas… y con información de otra empresa detrás. Oops… ¿no te lo habían avisado? Estas tarjetas suelen llevar en la cara posterior el nombre de la empresa que te las ha hecho, tal cual. Si no te importa compartir “escenario”  de presentación con otra empresa, adelante; pero desde nuestro humilde punto de vista, dar publicidad a un tercero con tus tarjetas no es muy profesional, da la sensación de “baratillo”. Buena opción para los que comiencen en los negocios o anden justos de presupuesto y necesitan un primer empujón para arrancar, pero poco recomendable si queremos dar la mejor imagen. En cuanto tus fondos te lo permitan, mejora éste aspecto.

  1.   Si, el tamaño importa.

El diseño… ¡Ah, el diseño! Cuando nos entregan una tarjeta y vemos en letras gigantes: Fulanito de Tal (nombre ficticio para proteger la identidad de nuestro ejemplo) y debajo en una letra pequeñita pone: Traductor e intérprete. En estos casos nos preguntamos, ¿qué quieren vender? ¿A Fulanito de Tal o su servicio de traducción e interpretación? La tarjeta tiene que decirnos claramente lo que ofrecemos, lo que para el caso de tarjetas de pequeños empresarios o autónomos es esencial. En el caso de las tarjetas de grandes corporaciones donde parte del personal tiene tarjetas personalizadas, debemos mostrar claramente el nombre de la empresa y como mucho al mismo nivel (tamaño, color, etc.) el nombre y/o departamento. Con un solo vistazo debemos ser capaces de saber qué nos ofrece esa tarjeta, porque si tenemos cientos en el tarjetero y estamos buscando la de un procurador, como no veamos la palabra “Procurador” bien visible, nos volveremos tarumbas buscándola (o lo que es peor, pasaremos de seguir buscando).

  1. Si no vas a usarla, no la enseñes.

Normalmente especificamos en la tarjeta los datos de contacto: dirección, teléfono, correo electrónico y redes sociales. Es de esperar que tanto en la dirección física como en el teléfono nuestros clientes nos encontrarán fácilmente, pero ¿y en el correo electrónico? Si un cliente opta por escribir un email a la dirección de nuestra tarjeta, ¿le vamos a contestar en 24/48 horas máximo? Porque es más habitual de lo que parece colocar el clásico info@nombredemiempresa.com en una tarjeta y al escribir a esa dirección para solicitar alguna información, resulta que nos contestan a las semanas (si llegan a responder) o el email siquiera existía. Si indicamos el correo electrónico porque “total, ya tenemos la cuenta hecha” pero no tenemos por costumbre revisarlo habitualmente, entonces, ¿no será mejor no ponerlo? En el caso de las redes sociales es lo mismo. Si creamos los perfiles hace 2 años pero los tenemos ahí criando polvo y sin actualizar, y los clientes que entren a nuestras redes van a ser expeditivamente ignorados, mejor no pongas en las tarjetas que tienes Facebook y Twitter y no malgastes el tiempo de tus clientes.

  1.   No es país para faltas de ortografía.

Aquí puede haber quien piense: “¡Ya salieron los talibanes de la corrección ortográfica!” Lo sentimos, no hay excusas: una tarjeta es la imagen de presentación de tu empresa y si esa imagen contiene por ejemplo un “Lopez” sin tilde, o un “garage” en idioma castellano, ya hemos empezado con el pie torcido. Las faltas de ortografía en nuestra tarjeta de presentación y contacto predisponen muy negativamente al potencial cliente, pues podría pensar (legítimamente) que quizás tenemos ciertas carencias en las cualidades que el cliente requiere. Mucha atención a las faltas de ortografía. Son realmente letales.

  1. Una imagen vale más que mil diseños (mal hechos).

Hay que asumir que los empresarios poseen muchos talentos, pero entre ellos puede no encontrarse el del diseño. Coger dos líneas de colores, un cuadrado y tres círculos y ponerlos estratégicamente de fondo de tarjeta NO es diseñar. Con esto no queremos decir que necesariamente deba diseñarnos la tarjeta un profesional. Simplemente vamos a intentar utilizar una imagen que transmita algo. Si somos una empresa de moda, es obvio que debe aparecer alguna referencia a la moda; si regentamos una casa de comidas a lo mejor podemos plantear la tarjeta como la pizarra de un menú del día. Ser original es gratis, tan solo hay que dedicarle algo de tiempo y pensar bien lo que queremos transmitir.

  1. Revisa con 1000 ojos.

Cuando tengas el diseño terminado y todos los datos puestos revisa todas las veces que sea necesario el contenido antes de enviarlo a imprenta. Números de teléfono correctos, dirección, ortografía, redacción, etc. Revísalo varias veces y pide a gente de tu entorno que lo revise. Asegúrate de que es todo correcto porque de lo contrario puedes tener 1000 tarjetas con un número de teléfono erróneo o una dirección e-mail mal escrita.

Concluyendo

Toda ésta chapa que te hemos dado está basada en experiencia propia, y va en serio: hemos visto miles de tarjetas tiradas a la basura por algún error de los arriba descritos. Las tarjetas de visita no son un asunto secundario o menor, sino que deben disfrutar del mismo cuidado y atención que el resto de tu empresa. Una gran Versión de tu negocio conlleva una gran Tarjeta de Visita. Recuérdalo.

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